III PARTE

ABANICO DE IDEAS SOBRE LA REALIDAD ACTUAL

 

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INTRODUCCION

 

La idea de este tercer tema sobre las II Conversaciones de Cala Figuera proviene del marco de las mismas, aunque nace de una conversación personal que tuvo Alberto Monteagudo con Eduardo Bonnín,  y en la que,  algunos conceptos de la realidad vertidos por Eduardo, traslucen un cierto traspaso, es decir, dejan ver  otras realidades que aparecen en el hoy. Ha sido esta motivación la que dio pie a esta reflexión que aquí compartimos. 

 

El tema sobre la realidad, sobre su estudio, su conocimiento,  es tan basto y rico,  que seguramente estas reflexiones, este muestreo de lo que fuimos contemplando,  no puede  dar más que algunos indicios que necesitan de las ideas de otros que, con su participación,  nos acerquen los pensamientos que consideren para mejorarlas.

Por eso, podemos enriquecernos con discernimientos provenientes de  personas de diversos lugares,  con más visiones de la realidad,  lo que abre y hace mucho más auténtica y rica la visión. 

A la hora de pensar, si nos permiten decirlo, creemos que, como siempre, la oración es lo primero, por lo que aquí paramos con nuestra propuesta e invitamos a que cada uno, con sus modos,  se ponga en oración y a continuación, ahora sí, con firmeza, se introduzca con ilusión en el contenido de lo que exponemos, que trata de dar un sentido esperanzador a toda una gama de realidades que precisamente no la expresan.  

El destemplado ambiente de todo lo que sucede nos pone en presencia de situaciones,  a veces extremadamente confusas para la humanidad.

Nosotros tratamos de ayudarnos,  procurando a la hora del ser y hacer, ponernos en sintonía con las cosas que pueden darnos orientación vital y en conocimiento de las que conviene desechar,  actuamos en consecuencia. Para bien de nuestra propia vida y, por ende, para que la solidaridad, palabra muy utilizada pero no siempre puesta en práctica con autenticidad, sea efectiva acción fraterna. Creemos que el intento puede ser útil, más allá de nuestras imperfecciones, ya que nos abre ideas y nos trae un renovado calor a nuestros corazones.

En la contemplación de la realidad de estos tiempos, observamos que el enfoque de los hombres, está evidenciando una transmutación de la realidad, que se va expresando  en unos conceptos que nos pareció oportuno discernir y, de alguna manera, esas nuevas situaciones, nos llevó a verlas,  desde un prisma abierto, sin negar nada previo, sin dejar de escudriñar todo aquello que entendimos lo requería. En una palabra,  sin profundizar seriamente. 

Consideramos necesario hacer un corte, una división de la reflexión. Por eso la presentamos en dos partes. Una primera en la que hacemos un pantallazo sobre algunas realidades que se van transformando y dando lugar a otras que se expresan en conceptos que dilucidamos.

En la contemplación fuimos comprobando que el mundo va moviéndose por medio de  pensamientos que dentro de las nociones – no son las únicas-  que nosotros tratamos puntualmente en la primera parte de la reflexión y desarrollamos más abiertamente  en la segunda.

Las vertimos pretendiendo sintetizar el pensamiento, pretendiendo recuperar el nivel de  esperanza, en lo que para nosotros fue una orientación vital que, pasando por un intento personal, pensando sobre sí mismo, reencontrando espacios de silencio, conservando fidelidad a lo irrenunciable, actúe en uno la conciencia de la solidaridad y en perspectiva de comunión y de participación, nos unamos para conseguir un futuro más humano.

Desde estas perspectivas de enfoque,  pasamos ahora al desarrollo de la reflexión.

 


                                                       PRIMERA PARTE 

                                              LA EXISTENCIA DE LO ESENCIAL 

 

Lo esencial, la esencia de una cosa,  es importante determinarla porque es lo que sirve para toda una acción.

En el hombre,  la razón es esencial.  Lo necesario es condición esencial.

Tiene que existir el hombre para que tenga lugar su razón.

La razón es la facultad por la cuál puede el hombre discurrir y juzgar.

La razón distingue al hombre del animal.   

Lo esencial,  posibilita al hombre el apoyo para superar ciertas pasiones. Lo que no quiere decir que siempre ha de lograr lo que se propone. Siempre hemos de tener presente la posibilidad de la desemejanza. 

En lo social, el sentido de lo esencial,  es consecuencia de las actitudes personales en el ejercicio de la esencia.  Esto puede mostrarnos que la esencia, lo necesario para dar valor a una cosa según su propia naturaleza, puede no ser vivo. Que queremos decir, que estar vivo dormido o muerto en vida, son palabras, conceptos, que dan a entender una situación existencial. Está vivo, pero no tiene existencia efectiva, positiva.

Cuanto el hombre duerme, se encuentra en una especie de vida no plena, aunque necesaria fisiológicamente. 

Por lo tanto, de lo que venimos a hablar en este primer tramo de la reflexión,  es de lo necesario que es a la existencia de las cualidades esenciales,  la existencia de la vida vivida con intensidad.

La actividad,  como el descanso, puede ser prudencialmente plena, vital. No es vivir adormecido, no es vivir en el activismo.

 

Pasar de un efecto esencial a uno existencial,  es propio de este tiempo en que muchas circunstancias de la vida humana lo vienen exigiendo y algunas ya evidencian su práctica.

Bien es cierto que este enfoque de la realidad no es fácil, ya que es necesario un crecimiento de las actitudes positivas, es decir,  que sean realmente vividas y  llevadas adelante desde lo esperanzador propio en cada uno, lo que hace necesario una nueva manera de recorrer, de transitar, de peregrinar en esta vida.

 

Motivaciones y actitudes

 

Un amigo arriesgó a dar esta explicación y aquí va:

 

1)      Comparó la motivación al código de barras que llevan los productos hoy día. Se ofrecen las mercaderías y nos dan toda la información sobre las mismas.

2)      Lo relacionó con el ADN que contiene toda la información sobre la constitución del hombre.

3)      Es la motivación, algo así como el campo más profundo del ser, lo que orienta la conducta de una persona. La motivación no se ve pero se percibe. No siempre es fiel reflejo de los actos. Es más,  a veces  ni precisamente a través de los actos se puede saber qué los motiva, que intención tiene esa persona para actuar de determinada manera.

 

Motivos y actos vienen a ser como el todo de un iceberg: La motivación no es visible; es la parte más grande del iceberg, la que esta oculta por su gran peso. La punta del iceberg, lo visible, lo que aflora sobre el agua, podríamos simbolizarlo como los actos. Es lo más pequeño y no nos informa con certeza de la magnitud ni profundidad,  de la parte oculta de aquello que configura de forma más determinante el mismo iceberg.

La motivación del hombre nos da información sobre el “ser”.  Los actos, corresponden al  mundo del “hacer” y no tienen por qué estar conectados precisamente con la del  “ser”.

El motivo se hace intención,  es esencia. El acto puede ser consecuencia, pero también sólo apariencia.

 

Hechas estás reflexiones sobre el motivo y la acción,  nos llevó a entender mejor que la actitud del hombre ante la vida, puede ser  la consecuencia de una convicción fundamentada.

Cuando la motivación contiene en sí misma un peso específico, un valor intrínseco, por ejemplo la verdad, el amor, la virtud,  estaríamos hablando  de la actitud positiva. Lo contrario, no tener base sólida ante la vida, nos permite hablar en los mismos términos de la motivación, pero para el caso,  de una motivación  negativa.

Cuando prevalece una motivación captada como algo determinante de vida,  marca en la persona una orientación fundamental, una orientación vital, independientemente, “a veces”,  de la coherencia en sus actos.

El hombre no es perfecto, pero cuando prevalece la actitud positiva,  es bueno lo que sale del hombre,  lo que emana su corazón.

Actos considerados “buenos”,  con el código moral en la mano, pueden resultar mezquinos y hasta perversos en sus intenciones.  Al revés, un acto, un hecho, evidentemente “malo” a la vista de un tercero, puede provenir de una actitud extremadamente pura,  que no podemos percibir en lo exterior.

Con estos puntos en la mira,  proponemos avanzar en la reflexión, ya que hemos puesto con estos ejemplos, un abanico de posibilidades, con la intención de mostrar que, a veces,  juzgar los hechos sin conocer las reales motivaciones que lo provocaron, puede ser  un serio error de concepto.

Hemos de considerar elemental que ante un hecho negativo, sólo se comprueba la intención del mismo, preguntando, apelando a la autenticidad de quién lo cometió y que este revele el por qué de su actitud. 

Es inteligente dar esta oportunidad a quién tuvo un acto evidentemente negativo. Esto es elemental cristiano. Si a la percepción externa, le agregamos esa pregunta que le posibilite manifestar el motivo que lo llevó a realizarlo, esta persona tiene la posibilidad de dar explicación y más de una vez hemos de comprobar que nosotros estábamos prejuzgando erróneamente.

Podemos encontrar que esa persona con su acción externa, a todas luces no apropiada,  provenía de una motivación  sana,  que procuraba lo mejor.

 

Continuando con lo propuesto, y en la necesidad de ir pasando a un sentido existencial en el que las intenciones buenas se vean reflejadas en actos verdaderos,  nos llevó a pensar que algo es realidad cuando existe. Y existe en mayor plenitud,  cuando se va viendo y percibiendo una existencia que expresa de verdad la esencia de sí.

Esto es subjetivo, y uno puede darse cuenta de ello en uno mismo y sólo puede saber del otro, si éste se decide a hablar con franqueza de su intención interna, es decir, de las razones que lo mueven. Esto es tan intimo de la persona, que incluso preguntando, si ésta  no quiere decir su intención o decide desfigurarla con una mentira, no se puede tener la verdad de su motivación, pero al menos, le hemos posibilitado su explicación o, en su caso su defensa, lo que siempre hablará bien de nuestra actitud.

 

Es la existencia lo que acrecienta lo esencial o viceversa.

La existencia, lo visible, hace palpable la realidad y esta realidad puede ser transformada en otra realidad,  siempre que uno se decida  vivirla con mayor libertad.

La esencia en espíritu no se ve pero se percibe,  como el viento que no se ve pero se lo siente en un lado u otro de la cara según el lado de donde sopla.

 

 

DE LO ESTATICO A LO DINAMICO

 

Lo estático, en la vida,  al ser  una manera de estar, un estilo de “vida” que se mantiene en un mismo estado, en casos de inmovilidad absoluta, desecha esa situación,  cuando hay vida vital, de la que siempre fluye movimiento, más o menos, mayor o menor,  pero siempre  dinámico.

 

En estos tiempos que corren,  se está pasando de la quietud a la actividad, a la fuerza de la energía de la dinámica,  parte de la mecánica que estudia y calcula las fuerzas y los movimientos.

La dinámica va definiendo el modo,  el comportamiento en lo existencial, tanto en lo personal como en lo social.

La actividad proveniente de un empuje dinámico, su movimiento, intensifica la acción de algo.

Dentro de esta óptica,  que pretende aclarar, dar mayor nitidez a la imagen y reproducir un plano determinado, encontramos una manera de tratar y considerar un asunto.

 

LO INSTITUCIONAL DA PASO A LO COMUNITARIO

 

En la actualidad, al examinar  puntos esenciales de lo institucional, se van reconociendo los importantes valores que representan y lo mucho que se puede y se hace desde lo instituido.

La acción propia de una institución, es la que bajo una organización,  ejecuta, determina, participa, lo relativo a su naturaleza.

Pero en la actualidad, es lo comunitario lo que pasa a ser reconocido quizás como nunca.

Se percibe con mayor atención,  que lo que emerge de la comunidad es lo que debe ser instituido. A veces proviene de las bases y en casos de personas, aunque no estén precisamente dentro de la estructura institucionalizada.

 

Dice el diccionario con referencia a comunidad: “Estado de lo que es común”.

Aún con una realidad muy enfocada en lo institucional, no puede dejar de reconocerse, que lo que es común, un estado común, es un concepto amplio,  cuando más se lo  relaciona con la comunidad que con la institución.

Regularmente todos hemos de coincidir que la institución es representante de una comunidad,  pero también hemos de reconocer en la franqueza de trato, que los designados o elegidos por la comunidad, muchas veces no representan lo que la comunidad les pidió o les otorgó. De manera  que no es auténticamente representativo lo que ese grupo reducido hace en nombre de todos los que forman parte de la comunidad. Al verse ignorados  por sus representantes, los pueblos quedan a veces a merced de grupos reducidos que terminan marginando a grandes núcleos. 

Aún frente a una realidad que margina, la posibilidad real de la comunidad, en estos primeros años del siglo XXI, no puede dejar de reconocerse,  que cuando aparece una comunidad participativa, sus representantes han de hacer,  han de institucionalizar,  lo que es común, lo que es natural a la comunidad que representan.

 

De esta manera, siendo fieles a nuestros intereses comunes, se va pasando a un sentido de regla común donde al  aceptar lo que dice la comunidad, se ejecute lo que es común a todos.

 

DE LAS NORMAS AL CRITERIO

 

Sin dudas que los pasos que se van dando,  MUESTRAN UN AVANCE HACIA UN PROCESO CREATIVO Y DE DIFINICION,  en el que las normas necesarias, lo serán verdaderamente,  siempre que sean creadas para favorecer la vida, de aquí y de ahora, y sean generadas por el resultado de un estudio serio y fundamentado en criterios,  donde lo común,  lo que a todo el mundo pertenece, vaya teniendo un mayor espacio.

 

 

Ejercer criterio, es la forma para conocer la verdad. Cuando hay evidencia,  es criterio de la verdad.

Transcurrir esta vida  con discernimiento, es una necesidad de la existencia humana, que en el tiempo, por intereses mezquinos, fue desapareciendo del núcleo normal de la vida del hombre común.

No se trata de nada nuevo, ya  que aquellos hombres y mujeres, que por un estado de vida en conversión a Cristo,  suelen incomodar por ejercer lo profético (algo muy reducido entre nosotros), no pueden ser descuidados en una comunidad cristiana. Por contrario, toda comunidad cristiana,  debería colaborar en sus caminos,  que van recordando y aportando crecimiento espiritual a otros. Pero nos parece necesario dejar este tema tan importante para un apartado especial que le hemos de dedicar más adelante.

 

DE LA IMPOSICIÓN A LA OPCION

 

La imposición de cualquier  índole no debería tener lugar.

El bloqueo que se impone al hombre para que no tenga acceso a pensar,  a veces proviene de acciones sutiles que aparecen sólo como diferentes y que, con el “todo previsto” por terceros, mantiene el acomodamiento a formas pre-establecidas que influyen a que la resolución de lo que hay que hacer sea realizada por el sistema. Generalmente un grupo minúsculo y ejecutivo de sus propias directivas,  pero no de las que le hubieran correspondido dentro de un marco más abierto y plural de pensamientos. 

De manera sutil ese reducido grupo “representativo” se impone,  hace prevalecer lo que cree que conviene a todos,  sin contar con aquellos que  podían colaborar aportando su criterio y conocimientos, y nadie se da cuenta de esta falta de libertad de acción de algunos miembros de la comunidad.

 

Pero resulta,  que en todos los tiempos,  aparecen personas, individualmente o en forma grupal que, sin estar institucionalizadas, van marcando maneras diferentes de aportes y, paralelamente, van modificando lo que es representativo por su falta de autenticidad.  De esta manera,  pasa la gente común a tener una participación más organizada en las decisiones ejecutivas que, por lo general,  ahora son más comunitarias. Se visualizan así, unas opciones creativas que hasta hoy sólo venían puestas a modo de dar a entender,  de palabras.

El acceso a pensar está ahí,  al alcance;  el tema ahora es decidirse y ésto tiene comienzo en cada persona.

 

Lo impuesto no puede tener lugar cuando el hombre se da cuenta que la transformación empieza primero en él.

Cuando el hombre va madurando, llega a un estado que lo lleva a un nuevo estilo de vida, donde la opción ante distintas realidades,  la va asumiendo con mejores criterios y, por lo mismo,  va llegando a las nuevas circunstancias, convencido que las tiene que modificar por él mismo.

 

Las ideologías van cediendo a los valores, y éstos se afianzan siempre cuando el enfoque se hace con la mira puesta en los valores que más valen.

 

 

DE LA SEGURIDAD A LA BÚSQUEDA

                                  Y DE LA OBSERVACIÓN A LA CREATIVIDAD

 

A esta altura de las reflexiones, nos pareció oportuno continuar, pensando y valorando la acción sobre lo que veníamos reflexionando, prestando atención a no quedarnos sólo en ideas. Quisimos aportar alguna visión de los valores que vemos, que sentimos. Algo había cambiado a esta altura de nuestros intercambios. 

Saber salir de lo abstracto de una idea y lograr el planteo de la realidad, poniendo la cuota de creatividad  que dé lugar a acertar en los valores auténticos, - nos dijimos - nos parece que es lo más necesario en el estado actual de nuestras conversaciones.

 

La seguridad que nos proporciona el no arriesgar opinión ante otros, por el temor de perder el control de nuestro reducto bueno y apacible,  ya no es posible para nosotros. Ya no es lo mismo y la búsqueda, aunque no encontremos, no puede permitirnos  quedarnos sin poner nuestra pizca de idea.       

   

Nos dijimos: Y si de creatividad se trata, que mejor que empezar ya mismo y abrir la mente, el entendimiento, en el que hay que percibir lo que acontece, con una  medida que vaya más allá de la tristeza que da.

La realidad si bien no es una sonrisa detrás de otra, puede sacar la pena que nos trae,  si ya no estamos para verla sólo desde lo negativo. Pasamos a  pretender algo mejor, mirarla con nuevos ojos, con más esperanza.

 

En Argentina, donde nosotros vivimos,  todo queda encerrado en lo que se considera un problema económico. No es esto muy diferente a lo que ocurre en otras sociedades donde lo material es lo que marca rumbos. Y en este todo, que es pretender adueñarse de lo material, el hombre va dejando en el camino otros valores que no valora. Por ejemplo, nos planteamos lo figurativo del hombre, el mostrase de una manera externa inauténtica,  y esto parecería no preocuparle a nadie.

Así se comporta el mundo, y las “grandes potencias” pasan a ser  las que devuelven la vida, las que dicen donde esta la justicia, qué es lo que se debe aceptar. Dentro de estos parámetros parece no interesar el alma, por más que desde todos lados se habla siempre en defensa del hombre. Podemos armarnos y podemos ir a una guerra siguiendo un absurdo de supremacía del hombre por el hombre mismo, pero todo sigue su curso como si nada pasara,  nadie lo asume.

 

Todo interesa por los pesos (la moneda)  que representa ese modo de peinar y darle forma a la cabeza del mundo de los hombres.  Todos se van sintiendo de una misma manera “sin ver la salida”,  pero entendiendo que todo se forma y se trasluce en un sentido material, de poder, que es lo que en definitiva, “todos” y cada uno quiere. Al menos así se lo presenta y parece ser  “normal” en Occidente.

Europa, en general,  por su lado, ha perdido un tren particular en lo que hace a las raíces de la historia occidental,  en donde todo un sentir espiritual queda en más de lo mismo con más o menos interrupciones. ¿Qué quiere decir ésto? Que Occidente, desde su sentido europeo, - la historia de toda una manera de ser -, quedó reducida, en lo que refiere a  lo cristiano, a no más que una cultura del pasado,  ejemplificada en sus templos de ladrillos,  ahora, iglesias transformadas en Museos históricos que refieren a una cultura antigua.

El sentido espiritual allí está lastimado por aquellos mismos que lo tienen que elevar.  No es cuestión de vuelta,  de media vuelta o de vueltas enteras. Todo queda  en un sentido material o en sentido espiritual artificial.

 

La transformación social necesita de un fuerte sonido en una explosión de las conciencias,  de su revolución, y esto lo encontramos en cada ser humano que se revela a sí mismo las posibilidades de algo distinto, algo diferente.

Es la propia vida de uno lo que da vida, lo que da  alegría a la vida por el sólo hecho de estallar en lo interno de la propia existencia.  

Un encuentro en la persona, que cruzando puertas en medio de la oscuridad,  inventa la experiencia,  corre el riesgo y se propone la aventura de otro colorido, por lo que de otra manera, sólo le  quedaría decir,  nada, nada, no cambió.

 

En medio de piedras encuentra corazones que se modifican, que cambian la forma de entender la paz.  El modo,  el diseño, no es padecer algo sin procurar salida, sino es,  en ese mismo lugar, en el acontecimiento más esperado de la vida, responderse,  es posible.  

 

Desde uno mismo

 

Expulsando  las sombras del peligro y abriéndose al misterio, están esos hombres y mujeres que inician su propia restauración e inician un desciframiento del propio laberinto personal,  encontrando un nuevo continente,  se animan a la aventura del abismo y a explorarlo. Se trata de una cuestión de fe, de salto a la fe.

 

Alguien dice no te vayas, necesitamos tener la esperanza de escuchar esas cosas que nunca se dicen, esas verdades que ya nos planteamos en otros tiempos, pero ahora, como jóvenes que van caminando hacia su destino,  sin temores se dicen y dicen,   ¿hasta cuándo las hemos de esperar, para modificar la realidad y hacer lo que dice mi corazón, mi interior en un  esperar activo?  El resultado es algo parecido a una juventud impresa en madurez, cuando un concierto de aptitudes puestas en práctica,  comienzan a aparecer a la vista.

Es como un despertar al tiempo que el sol aparece en el horizonte susurrando esas palabras que a mi pobre corazón le trae eso que Piensas y Pretendes.

 

Desde la amistad

 

Y a esas tormentas que parecen abatirlos, las hemos de enfrentar con los sueños,  que han de hacer surgir esa manera de apartar lo que hace sufrir y colocar en su lugar, un corazón delicado en escuchar y responder,  con una mente resplandeciente de ideas.

 

Los sueños pasan a ser realidad.

Separar cada día, en ese amanecer de la vida real en que nos vemos acuciados por la circunstancias  en la realidad  que vivimos, no necesitamos dar ejemplos extraños,  nosotros tenemos en casa las dificultades que normalmente ejemplificamos en terceros,  pero también tenemos las soluciones.

 

Ya no será lo que piensen otros,  sino lo que yo decida,  lo que quiera  ser.

Saber lo que piensas y ver todo aquello que tus ojos miran,  que los labios pronuncian,  será el modo ahora de decidir lo que dice está canción de alegría.

Lo que tú quieres hacer surgir,  será la resultante  del arte de saber vivir con fe, y en Quién tenemos esa Fe.

 

La solución que no se ve, nuestra vida en otro camino,  en otra vida, al escuchar esa canción, que dice la verdad,  que saca el frío y posibilita calor al corazón, podrá levantar la mente hacia quién serás y en la realidad de un hombre íntegro, a pesar de tus debilidades y poniendo en plenitud tus virtudes,  darás aún más vida a  una auténtica virtud humano-cristiana,  a una nueva humanidad.

 

El día en  que la realidad sea contemplada más por sus esperanzas fundadas que por sus idioteces, será otro día más allá de la agonía, otro día  que dirá la verdad.

 

La oportunidad que espera dentro de tí, dentro de mí y de todo ser humano,  puede siempre responder libremente, desde una libertad que nos hace más libre.

Es posible contestar con presencia de futuro, si le damos lugar bendito de necesidad, de trascendencia  para todos. 

 

Ese fíate de Mí,  que te dice desde dentro que tienes que confiar, también dice que te  precisa, que te invita, que tiene necesidad de tí,  más allá del bien o no de lo  vivido hasta ahora en este tiempo,  todo comienza,  es posible mejorar si uno lo decide,  si  quieres.

La misma canción de ayer, es un sueño que alcanzaré,  porque Él sigue esperándome, esperándote.

Somos los amigos del alma, esos que sabemos que podemos más allá de nuestros fracasos,  porque confiamos en Alguien que es fiel a Sí mismo.  

 

Renacer,  es un lugar y el cielo se deja entrever porque amar es más que un existir.

Es cambiar la espera, es sentir el renacer.

Es sentir el morir,  pero por sobre todo el resucitar, el transformar la propia vida.

 

Por que no juntarnos a escribir una nueva canción que hable de un escenario que muestre al levantar el telón, que si por algo muero,  se sabrá que en este día está naciendo una canción.  Quizás un día la gente cante lo que sale del corazón y algo nuevo bueno saldrá. Están los que están y habrá más que  quieren que seas  y quieren escuchar tu voz.

 

No parece ser así. Sin embargo,  en este escenario,  antes de la bajada del telón,  puede darse  que algo nuevo bueno salga.

 

Toda seguridad producto de lo que no se ha puesto a consideración o de lo que tiene forma determinada,  ¿no tiene lugar para otra cosa?

 

 

DE LA SUMISIÓN A LA RESPONSABILIDAD

                               DE LA INTEGRACIÓN AL INCONFORMISMO SOCIAL

 

Quizás sea esa misma forma de concebir las cosas, la contundencia de las afirmaciones, lo que hace todo indiscutible, o mejor dicho, que nada se pueda discutir,  lo que ha dado lugar al nacimiento de unas inquietudes de búsqueda,  que encierran una necesidad de encontrar “nuevos senderos”.

 

La sintonía de mantenerse observando, recibiendo lineamientos que indican hacia donde se debe ir, necesita ahora asumir, dar pasos, dar lugar a la creatividad de algunos que van queriendo ejercer y a otros que ya vienen dando pinceladas.

La seguridad de lo preparado por otros y no por uno,  va perdiendo terreno.

La sumisión que a veces se logró, no se debe mantener,  no tiene lugar ante los que se van manifestando responsables.

La sumisión es una acción y efecto de someter o someterse.

 

La responsabilidad implica libertad de quién se hace responsable.

Enfrentar una responsabilidad no sólo es responder ante quién lo hace responsable, ni ante sí mismo cuando se responsabiliza por sus actos equívocos, sino,  que ser responsable es principalmente hacer lo que corresponde y ejecutarlo de la mejor manera posible.  Es lo que hace a la persona ser aún más libre.

 

Quizás el paso más controvertido por lo que representa una acción grupal, una acción de integración, siempre entendida como algo esencial en una sociedad, -en estos tiempos de inconformismo social-, necesita que cada uno se dé cuenta de su posibilidad.

 

Una formación integrada y recibida, que va pasando a una modificación sustancial en sus formas de expresión,  en donde lo oficial, -que es todo aquello que emana de la autoridad constituida-, tiene ahora que ir permitiendo  la vida, que lo vital de la vida, sea lo que verdaderamente rija,  y aquello que la adormece,  sea  verdaderamente reducido a su mínima expresión.

De este modo, todo lo legal, lo determinado por la ley o por medios legales,  ira dando lugar a lo legítimo, a lo que se acredita por el valor auténtico que tiene en sí mismo y tiene legitima reivindicación.

 

Esta orientación nos fue haciendo pensar y nos llevó del concepto de unas realidades a otras, nos hizo sentir,  que de alguna manera nos elevaba en  pensamientos y en actitudes.

A medida que contemplamos la transformación de la realidad en nosotros  mismos, aceptando la finitud y el misterio de lo sobrenatural a la vez,  observamos que la gente va recuperando,  va logrando un mayor nivel de esperanza, porque la ve reflejada verazmente en nosotros.

 

Hemos considerado que es necesario para avanzar justo a tiempo, que la iniciativa de aquellos que estén decididos en llevar adelante  la empresa, tiene que estar presidida por unos momentos previos de silencio y oración,  para recién luego hacer realidad la conciencia de  solidaridad, la perspectiva de comunión, la vivencia de  la fraternidad.

Y el unirse tiene un objetivo, conseguir un futuro más humano, habiendo partido del silencio de la soledad, para participar en acto seguido en procura de la unidad.

 

LA VIRTUD DE CRISTO, LA VIRTUD DE LA ESPERANZA, ES SU FIDELIDAD

 

Entre los estudios a realizar, remarcamos las virtualidades permanentes. ¿Qué queremos decir con ello? Lo virtual, lo entendemos como aquello de existencia aparente pero no real. Tiene virtud para producir un efecto aunque no lo haga realidad en este momento. Por ejemplo,   la esperanza,  que siempre hace pensar que más adelante será mejor.

  

¿Estamos en los comienzos de una experiencia nueva?  No. La predicación de Pablo: anuncia el Evangelio de la Promesa (13, 32), que es el modo particular de Pablo de anunciar la Buena Noticia  entre los paganos,  mientras que entre los judíos Pedro y los doce dan testimonio.

 

El anuncio de un acontecimiento, la promesa de Dios de hacer resaltar a su Servidor después de su humillación y su muerte expiatoria, culmina en la Resurrección.

La promesa hecha a Abraham reúne a todos los hombres, a todas las naciones, por medio de un Hombre Único que atrae a todos a la noción de hombre nuevo.

Algo ha cambiado desde el Hombre Jesús. Su Evangelio reconcilia y justifica. Cuando es acogido con fe, el misterio de la acción del hombre transforma todo entorno. 

 

La evangelización siempre necesaria en todos mientras estamos en lo temporal, es especialmente llevada a los que están lejos de la Vida que trae.

 

La idea que se tiene de una cosa es noción sobre esa cosa.

Si la idea es la transformación del hombre, esto requiere conocerlo, conocerse, aunque en realidad,  es siempre primero Dios quién busca que ese hombre se aprecie en su resurrección.  Este hecho, que se realiza por la regeneración del género humano, es acontecimiento, porque Dios continúa actuando.

A través del encuentro con Jesús,  el hombre no desarrolla una doctrina, una sabiduría, resultado de su búsqueda, de su conocimiento de Dios, sino,  que es intervención directa del Espíritu de Dios en el mundo,  en la historia de los hombres,  es cumplimiento de su Promesa...

La intención del kerigma es siempre narrar el Acontecimiento, que no surge del pensamiento de los hombres, sino que viene de Dios a nosotros y se hace presente.

El sentido de sujeto no procede de un método, sino de un respeto.

Esta consideración lleva implícito la voluntad de comprender al hombre y en ello, hacer el esfuerzo de aprender de nuestras propias limitaciones.

No puedo entender, o al menos muy poco,  si nos limitamos al hombre,  a mirarlo en sí mismo, sin tener en cuenta su circunstancia. ¿Quién no hizo algo que no le gustara, que hubiera preferido no haberlo hecho?

La persona humana tiene espíritu y es necesario distinguir y con modestia, apreciar lo que poseemos,  teniendo confianza total con relación a lo que buscamos, a lo que pretendemos.

Debemos salir de la inconciencia que mantiene al ser humano en condición de impotente espiritual.

Es necesario distinguir para unir. Toda toma de conciencia reclama realidad entre la fe y la razón. Los pasos dados por muchos seres humanos de los últimos tiempos van en esa línea.

 


SEGUNDA PARTE

 

ORIENTACIÓN VITAL

 

 

El hombre de estos tiempos se encuentra frente a los adelantos de la técnica (televisión, Internet, etc.) y de este modo suele retraerse aún más, se apoya sobre modelos estables.

Pretender una totalidad humana, cuando el hombre tiene que aprender a comportarse y no sabe cómo guiarse, cuando todo esta implementado para que no piense,  hace que la situación se torne difícil. Hay que adaptar la mente y el corazón a otra cosa.

En este sentido, ¿nosotros qué pensamos?

Pensamos que rechazar la sociedad actual,  a los hombres que viven en medio de tantos problemas, es una tentación y una tendencia que hace preferirlos lejos, circunstancia que lo cristiano necesita diluir.

Necesitamos ocuparnos de esas personas que nos rodean para encontrarnos y salir de la alineación que nos hemos impuesto.

Saber despertar en nosotros un criterio de menor conservación, nos ayuda a poder desarrollar en conjunto, una mayor comprensión del ser humano. En definitiva, es  un modo concreto de dejar de lado ese acomodamiento  de encerrarnos en la carpa.

 

 “Ante las nuevas “señales de los tiempos” tan dramáticamente desafiadores para los cristianos y delante de la convocación de Juan Pablo II, deberemos partir para una Nueva Evangelización: nueva en las expresiones, nueva en los métodos y nueva en el ardor” (Juan Pablo II, Discurso de la 19ª Asamblea General del CELAM, Haití, 09/03/83). Tal urgente convocación hecha por el Papa, nos recuerda lo que, con mucha propiedad ha dicho alguien: “un movimiento maduro es el de ayer puesto al día” ¡Y “ponerse al día” significa desinstalarse, dejar lo que es cómodo y fácil, aceptando ser cuestionado y desafiado!

En el contexto de nuestras limitaciones geográficas, estratégicas y estatutarias, habremos de emplear nuestros mejores esfuerzos para que el MCC, a nivel mundial, no decepcione ni a la Iglesia de la cuál somos hijos e hijas y servidores, y tampoco a los hombres y mujeres, adultos o jóvenes que deseamos llevar al conocimiento, al amor y al seguimiento de Jesucristo, ayudándolos a descubrir las respuestas a sus dolorosas y angustiantes preguntas. Para eso contamos con la gracia de Dios – “Cristo cuenta contigo. Y yo con su gracia”- y con la colaboración indispensable de los Grupos Continentales del MCC, así como de los Nacionales y Diocesanos. 

Por eso,  nuestro referencial habrán de ser la comunión y la participación.

También mucho nos ayudarán los nuevos medios de comunicación en la creación de oportunidades para que encontremos los caminos que van a llevarnos a la construcción de la UNIDAD.” De la misma unidad soñada por Jesús: “Padre, que ellos sean uno como Tú y Yo somos uno” (J.17, 1l). Unidad que no significa uniformidad, pero que es el encuentro de todos en el mismo objetivo, dentro de un mismo carisma, animados e iluminados por el mismo Espíritu respetadas siempre las peculiaridades e idiosincrasias.” (PRONUNCIAMIENTO DEL P: JOSE G. BERALDO EN LA POSE DEL MCC DE BRASIL EN EL OMCC – BERLIN (ALEMANIA), 20/10/2001).

 

El punto de partida es siempre el hombre y es necesario el encuentro del hombre en el hombre, como del Movimiento en la Gracia, en sus estructuras, en su Carisma de Fundación, y en esa unidad indicadora de la caminata en este inicio del tercer milenio,  para el bien de los hombres en el mundo.

 

Generalmente el hombre de hoy, es un espectador del universo. Acepta su forma de ser,  que se expresa en  el “no te metas” y  piensa que le corresponde a otros intervenir.  Por ejemplo, la política es algo que siempre se ha de poner en práctica por otros. Casi todo está realizado por otros. No participa. Algo de ésto se contempla en las más diversas relaciones sociales. En muchos lugares del planeta, se plantea la necesidad de jóvenes, interviniendo con pensamientos y acciones, pero esas mismas personas que procuran esa participación,  al mismo tiempo, los dejan al margen, desapercibidos.

 

Al hombre no se lo puede ver siempre como se lo ve, como a un alguien que en su decadencia necesita de  una acción externa para salir de su atolladero.

Se necesita modificar el cristal con el que se lo contempla y reconocerle la capacidad de transformación personal que tiene, que puede aprender y que todos y cada uno siempre podemos recoger enseñanzas  de otros, de otro. Quizás de aquel considerado el más insignificante de la sociedad.

 

El poco aprecio o ciertas omisiones públicas con relación al lejano de la Verdad,  en ocasiones son un desprecio nuestro y no una negación del distanciado.

Parece que el sentido de la historia quedaría reducido a ciertas actitudes que favorecen de modo bastante endeble un modo de aceptación a medias del hombre.  Esto, no hace más que mostrar una cierta mezquindad de unos y una falta de posibilidades de frecuentar la Misericordia de Dios de otros.

Cada vez más nos hieren los dolores de los hombres heridos, de sus suplicas muchas veces silenciosas, en otras de insatisfacción, de inconformismo, verdaderos desafíos para nosotros.  

Continuar en la seguridad es lo que cada vez más nos condiciona. No sirve dentro de la posibilidad que nos trae este tiempo, no hacer nada o quedarse abroquelado.

En medio de esta situación en la que también nosotros nos quejamos y caemos en el inmovilismo, no dudamos que lo difícil es asumir al lejano, que se precisa de mucha sensatez, de mucho tacto, a la vez que salir de la comodidad. Este conjunto de actitudes es lo que nos orienta a lo que tenemos destinado y por ello en su práctica reenfocamos nuestras  motivaciones más valiosas.

Con testigos sin planteos serios en relación con lo que es una fe viva, hemos de reconocer,  perdemos valor esencial,  existencia vital.

 

1)      Esperanza en una “Buena Noticia,  siempre Nueva.”

2)      En su carácter de acontecimiento. Dios nos ama.

Este hecho es una vez,  para siempre y si uno se da cuenta, es constantemente renovado en la vida.

 

           Necesitamos avanzar en el conocimiento de las verdaderas relaciones del hombre y la gracia.            

 

             Existe una armonía determinada, establecida, que pide al hombre una revelación de sí mismo para encontrar al Dios vivo.

 

Cada cristiano tiene que leer o releer personalmente su fe.

Comprobar la realidad de la unidad entre lo humano y lo sobrenatural.

No negar esa complementación, y aún más,  adquirir convicción de esa realidad de unidad necesaria entre lo sobrenatural y lo humano, en el que uno y otro se solicitan, ya que ello favorece a la existencia, orienta la realización humana.

 

El Reino esta en medio de nosotros.  Dios esta en medio de nosotros en lo temporal.

No es inactual, es hoy, ahora, en esta existencia  en el tiempo histórico que vivimos.

Dios no cesa de revelarse. Este modo de manifestarse Dios con nosotros incluye a Dios en nosotros.

Da más confianza al hombre el encuentro en uno mismo de sí mismo,  ya que el encuentro con el Dios vivo en el ámbito de la persona,  es una virtualidad  permanente,   previa a toda decisión libre del ser humano.

 

Siempre hubo pensadores que pretendieron una comunión más fuerte, más real, más efectiva entre los hombres, hasta que la presencia de la humanidad algún día verifique, muestre,  que unos y otros no sólo se admiten,  sino que hasta se saben admirar francamente.

Se han dado pasos en este sentido y la solidez de un trato amigable entre los hombres se va extendiendo en el mundo, mostrando que la búsqueda de la unidad, en el auténtico sentido de la vida, alcanza su meta, cuando decide empezar ya, ahora mismo desde sí mismo.  El día que el “levántate y anda” se hace realidad en el individuo, se transforma su vida y la de su entorno. 

 

La existencia humana se desenvuelve en medio de aspiraciones diversas,  que podríamos identificar principalmente, con el deseo que todo hombre tiene de ser feliz. Esta aspiración en la cuál se pueden significar todas,  nacidas en la esencia de la persona, afianza la existencia del hombre, cuando responde a las esperanzas y las inquietudes que el espíritu solicita. 

Cuando la amistad que une a personas en sentimientos que procuran que los derechos de todos puedan ser ejercidos, existe solidaridad, pero a la vez se propone justicia.

Es imposible la amistad si no hay acuerdo de pensamientos y puede haber unidad de mentalidades, teniendo conciencia que la Realidad del Absoluto orienta la condición del hombre hacia su fin, unión en el Amor de Dios,  presente en todo y en todos, en plenitud en el final de los tiempos.

 

La diferenciación o separación “de los buenos de los malos”, requiere en nuestros ambientes cristianos, reconocer que esa atribución es definitiva en Dios y no en nosotros, lo que nos lleva a mejorar nuestras posiciones y encauzar nuestras actitudes  hacia las decisiones de Dios.

    

El amor es conocimiento del otro, de uno mismo, entendiendo primero la necesidad de elevar, de trascender el valor mío y  del otro,  desde un reconocimiento interior a la persona de Cristo en todos.

El hombre tiene que descubrirse en su condición de amado incondicionalmente por Dios y de esta manera,  ese bien gratuito,  es comunión en la persona y en la amistad,  extendida a otros.  

 

El significado de la historia refiere al conocimiento de lo pasado hasta la actualidad.

Es historia lo averiguado, lo cierto, lo verdadero, lo seguro. Por lo mismo, la historia se realiza al cumplirse las promesas de Dios,  siempre presente en ella.

La historia siempre es según quién la cuenta, pero, para el creyente, cuando habla de historia verdadera,  nunca puede dejar de tener sentido el acontecimiento,  porque en él  se encuentra la presencia de Dios.

 

Aquel que es eterno, que no pasa, es Quién hace que adquiera forma la historia, porque en la existencia del hombre siempre está Dios y la proyección del hombre, en esa sintonía,   irradia luz de amistad.

 

Trasladar al hombre la posibilidad de que vaya comprendiendo que existe un camino de sentido, de lo que el ser humano significa en sí,  abre la posibilidad de mejorar a todos. Esta actitud hace justicia del hombre al hombre movilizado por amistad. Es una realidad que va creciendo en lo vertical y se va extendiendo en lo horizontal.

Resulta muy poco creíble percibir una verdad de una vez, completa. La realidad nos muestra que a la verdad, la vamos descubriendo en fragmentos a través de esta vida.

La verdad, tan gradual como la va descubriendo el individuo, también la va percibiendo la comunidad.

A veces con ciertas dificultades, vamos dándonos cuenta de la verdad, y avanzamos en la admisión de la verdad.

 

La fe en un Dios vivo y cercano nos da mucha esperanza.

Los cristianos al creer en la resurrección de Jesús, admitimos que este hecho es verdadero en esta vida. Si nos dijo que estaría presente, que nos acompañaría hasta el final de los tiempos, haciéndose hombre, tomando imagen del hombre, es una manera más de ejemplificar  lo que es de Dios en el hombre.

 

Dios, en Cristo Jesús, baja para elevar al hombre, a todo hombre, a la humanidad entera.

La presencia de lo eterno en el tiempo, esta referido a la manera de darse de Jesús, por lo que el Amor lo encontramos en su acción, en su vida.

Dios es Amor, y el Amor siendo Dios no puede no estar, no ser. Es esencia en todo.

No espera Dios el final de los tiempos para darse y permanecer junto a nosotros.

Es su Amor lo que hace eficaz, vital,  todo amor desplegado por el hombre.

 

Toda realidad no se transforma y convierte al Evangelio en forma rápida. Necesita tiempo y plazos para que se vaya haciendo vida.

Es la totalidad existencial, el hombre tal cuál es y sus formas de relación lo que tiene que convertirse. Es una realidad que se transforma en otra realidad.

Se evangeliza lo que se asume. Si uno se niega o se “olvida” de aceptar a la comunidad, al hombre al que va dirigida la Buena Noticia, no hay destinatario. La perspectiva y la conclusión no son evangélicas.  Ni siquiera merece la versión de “fracaso apostólico”, ya que no es una acción de auténtico apostolado cristiano.

 

La conversión es en sí un proceso y la evangelización también. Ambos van en nuestro favor. Nos evangelizamos a la vez que evangelizamos y no son palabras. Es un aprendizaje continuo que lo desarrollamos en toda la vida histórica.

La conversión es un camino de fe que nunca tenemos totalmente recorrido, pero concedido a quién ya decidió aceptar el diálogo propuesto, el llamado.

No debería ser un diálogo entre uno que da y otro que recibe, sino una relación en que ambos descubren y aprecian lo de uno y lo del otro.

No se trata entonces de formar grupos que van a llevar el evangelio. Los grupos, las sociedades, las comunidades ya existen,  es necesario relacionarse sin que estén los que llevan,  los que enseñan de un lado y los que reciben, los que aprenden del otro.

 

El crecimiento en la fe, requiere meditar ciertas realidades que muestran una profundización de la existencia, donde lo que es puro es bueno, conveniente, presente,  aunque todavía no pueda ser vivido de manera consciente por grandes masas de habitantes de la tierra.

 

Un Ser que es Amor,  se identifica con los hombres, se une con el ser humano sin necesidad de un gesto específico de este en tal sentido, porque es inseparable esta unidad de Dios con la existencia humana. Es un hecho Su Presencia entre los seres humanos.

En razón que la persona humana esta dotada de espíritu y creemos que tiene alma, es el modo que tiene Dios para decirnos  que la existencia de los hombres va por sobre todas las formas de finitud.

Propiciar el sentido de persona, es favorecer la vida y esto incluye ahondar en la importancia significativa que la misma  existencia del hombre tiene para Dios.

El sentido de la vida, de Dios en la vida, del Dios de la vida en la historia de cada hombre,  son facetas distintas de una realidad en la que va incluida el Amor que todo lo envuelve.

El desarrollo de las vías de sentido de la historia y de la persona, va adaptando el interior personal del hombre al dinamismo del espíritu y criterio adecuado.  Desde aquellos que pueden captar conscientemente el Amor de Dios, como de los que lo viven cristianamente sin percibir la presencia de Su Gracia, de todos, es dable esperar una exteriorización de unidad entre el efecto y la Causa.  “El que se une al Señor se hace un solo espíritu con Él. ” (1 Corintio, 6,17).

La fe en Cristo señala y solicita, un querer estar en comunión con todos, con todo, empezando por uno mismo.

La trascendencia auténtica, propia del Evangelio de Jesús, es de orden histórico escatológico.

 

En ciertos casos existe poca conciencia de lo que Jesús dice con relación a la vida, que es para tenerla y que lo sea en abundancia.

¿Es una afirmación no real para lo existencial hoy en lo temporal   ?

¿Es una manera de tenerla en lo real existencial relacionado con lo eterno fuera de esta vida en el tiempo histórico terrenal?

 

Hombres de todos los tiempos han tenido posibilidad de comprobar que en esta vida han tenido plenitud y que en ello tuvo incidencia la fe que une la vida del hombre y la Realidad.

Todo hombre desea ser feliz. Sería oportuno hacer contemplar al hombre común cuanto  bueno vive y ha vivido a lo largo de su vida. Contemplar y apreciar cuantas cualidades positivas viven y cuantas virtualidades auténticas se hacen realidad en cuanto al bien que de ellas se esperan o se desprenden, son verdad en su realidad natural, y esto es bueno y común a los hombres, cuando nos demos cuenta.

 

Cuando se dan respuestas al llamado, sabemos que los valores inconscientes de la gente son realidades internas que desembocan en actos puros por su naturaleza. Estos indican un progreso humano que es necesario reconocer. No significa creer que no hemos de encontrarnos con realidades oscuras del ser humano, como si con ignorarlas estas dejasen de existir. No, lo que se trata es de darle su lugar, procurando dejar que estén a la vista de los más posibles todos los bienes que provienen de la Omnipotencia, que siempre han de ser más,  realidad que aparta todo sin sentido de la vida. 

Siempre necesario de afirmación, es todo aquello que resaltamos como útil a la vida y que suele no recordarse en las intuiciones y por consecuencia, menos aún en los hechos. Justamente esta realidad de este tiempo, tan rico en imágenes, traídas por muestras virtuales que van llevando al hombre por y a una vida no querida, trae consigo, una especie de inconformismo social, que es una constante de preocupación que hemos de mantener, ya que los modos negativos de los comportamientos masivos,  suelen ser provistos desde y por la mentira global y que el cristianismo puede acercar verdad  para la cura de la sociedad.  En esto mucho tiene que ver la comunicación no equívoca.

 

Aferrarnos al Evangelio para decir también, que pretendemos que la Verdad anunciada por Cristo siga siendo nuestro intento,  siempre renovado y continuador de la lucha espiritual contra ciertas mentalidades mezquinas, (formas de opresión ejercidas no pocas veces desde estructuras institucionalizadas) necesita una comunidad de fe que sabe en Quien confía y que no siempre llegando primero es como Dios escribe derecho por nuestro intermedio.

 

La Providencia hace lo que nosotros no logramos.

Hemos de ver en esto último una continuidad de la reacción de Cristo y reconocer el modo humano del ser cristiano, lanzado de continuo al mundo, en procura abrir las puertas de la Iglesia a muchos más, para que entren a la Vida y experimentar la alegría de estar en el camino de Cristo,  caminando.

 

Esos cristianos que hacen punta en la experiencia de santidad, necesitan el apoyo de la Iglesia jerárquica,  porque desde este sentido eclesial,  el sacerdote es el que puede hacer lo que el laico no.

La Iglesia jerárquica tiene que estar atenta a los planes que les presenten los que, inquietos por la Verdad,  buscan posibilitar encuentros con el hombre común.

No quiere decir que la jerarquía pase de modo directo a realizar lo que es propio de los laicos,  sino,  que deben acompañar las iniciativas de éstos, aún mucho más de lo que fue hasta aquí.

 

Cristo nos ama hoy. No fue una entrega de Amor que ocurrió hace 2000 años. En la actualidad necesitamos reactualizarlo y no quedarnos en este tiempo histórico sólo recordando el acontecimiento.

Dios está en, con y por nosotros, acompañándonos. Y nosotros estamos en Él cuando hacemos lo que nos pide, cuando lo seguimos en sus solicitudes a pesar de nuestras flaquezas, incluso,  cuando no alcanzamos a comprender y a poner en práctica lo que nos solicita.    

Es auténtico,  reconocer que uno vive sin tener total seguridad en cuanto a si logra o no estar en sintonía con lo que le pide Dios, pero hacemos lo que podemos y sabemos que su Amistad es Infinitamente Misericordiosa, que no lleva cuentas de nuestras infidelidades y que no nos juzga  y reclama intereses por nuestras flaquezas.

Todo lo que hacemos por el prójimo, lo hacemos por Dios y por lo mismo en nuestro beneficio. Cuando uno percibe que lo hizo sin buscar réditos, la gratuidad de todo ello embellece al ser humano, lo engrandece,  le propicia alegría y todo es sinónimo de felicidad.

Ser feliz,  es un acontecimiento que viene de dentro de la persona, resultado de una reacción y no de una acción preparada. Muestra el perfil de lo cristiano, el sentido de gracia, la persona irradia lo que siente interiormente. 

No pocas veces una acción va en procura de un pago, de restitución de una falla o por contrario en procura de un resarcimiento, de un premio que recompense tanto “sacrificio”, tanta buena acción realizada, sin darse cuenta que el bien se encontraba en el mismo hecho de haber vivido esa posibilidad cercana a Dios. Todas las búsquedas de trueque no hacen más que disminuir el Mensaje y la Actitud  del Señor que por medio de Gracia orienta la vida en medio de los hombres.   

 

Tenemos que salir de todo lo que reduce el mensaje a lo terrenal. La “malversación” de algunos contenidos sumerge lo celestial.  Lo eterno, tiene lugar de plenitud después de esta vida, aunque pertenece ya a la vida eterna lo que empezó con esta terrena histórica, que será plena y gloriosa con la vida fuera del tiempo.

 

No se trata de ver la realidad sólo desde los cambios del mundo, que por más enormes y desproporcionados a nuestra comprensión, hemos de estudiarlos, ante todo porque nos involucran, ya que nos afectan en lo específico, en nuestra vida, en mi vida personal, pero no podemos dejar de profundizar en las verdades perennes, para no quedarnos aquietados en una esperanza o confianza sin fundamentos ciertos, claros, que lo cristiano tiene y requiere ejercer para no perder la perspectiva adecuada de la fe y de la esperanza.

 

Con referencia a la fe,  generalmente decimos y escuchamos que el evangelio no se lo puede interpretar en partes,  sino,  que se lo debe meditar en un contexto íntegro, no parcializado.

 

La fe no es descartada, al contrario, las diferencias se dan por la desvirtuación que se hace de la misma.

Lo que  cada uno aduce de la fe,  que esta corresponde ser profesada por todos y es por allí, apoyados en lo que creemos,  en lo que uno cree,  -sin quitar la Virtud que sana, sino más, propiamente convencidos en ella- donde cada uno se cierra en sus conceptos, provocando como resultado primero: no lograr entendimiento entre nosotros y segundo: en medio de  esta cuestión interna,  trabar la transmisión oportuna y clara de la fe.

Por eso la consistencia que hay que tener, ha de provenir de la autoridad eclesial que define la autenticidad de los dones, a la que se ha de recurrir en los casos verdaderamente necesarios para destrabar y clarificar, en donde todos guiados por el Espíritu,  procuramos y proporcionamos lo mejor.

El fundamento del amor,  que es lo que avala a todo el andamiaje cristiano, incluso el de la fe y la esperanza,  pasa desapercibido, en casos,  por apreciaciones que provienen de la ley, que sin bien es cierto no fue abolida,  no debe tener incidencia,  no sólo probando al amor, sino colocando a la caridad en situación de estar supeditada a la ley,  y al dejar de lado a su mínima expresión  lo perenne,  todo se trastoca.

 

Es necesario tener en cuenta la situación de fe de quien recibe el mensaje.

Muchas veces se toma a Dios como el punto de partida para ir a otras cosas y ello es lo que sofoca.

Al cristianismo se le hace esencial partir del hombre, de la interpretación de su realidad auténtica, de su situación,  lo que implica un acto de fe en El y de la creación en su conjunto,  ya que Dios interesa por Sí mismo.

Tenemos que aceptar que no sacamos de nuestra conciencia a Dios ni que su presencia desaparece, y que para actualizarlo,  no existen estamentos que importan menos por no iniciar la comprensión (del otro) y comunicación (de nosotros) por la Referencia, teniendo presente que el punto de partida es el ser humano.

 

El amor fraternal queda muchas veces excluido, porque no sabemos colocarnos de modo que el ser humano común pueda interpretar desde sus posiciones, que a veces poco o nada tienen que ver con nuestra fe religiosa. 

La solidaridad es una manera de dar a entender (desde uno) y de comprender (al otro),  pero en la práctica no es posible hacerlo realidad, si vemos al hombre y su misma existencia desvalorizada, incluso a veces,  desde lo que se propone como  proveniente de nuestra fe, error de concepto, que se necesita revertir de irreal en Realidad de acuerdo a la fe y esperanza de acuerdo a Dios.  

Uno mismo cuando no aparece, cuando no encuentra una clara descripción de la fe o no la experimenta en la vida,  pierde  elementos, que por lo mismo, le disminuyen la perspectiva de futuro.  

Es realmente auténtico saber y más aún, creer que hemos sido reconciliados por Misericordia. Lo esencial sería hacer existencial una aceptación convencida y no dudar del perdón recibido.  La relación con Dios es de filiación.

El lazo de parentesco entre Padre e Hijo es misterio incluyente e ineludible en la humanidad o          ¿acaso somos hijos de distinto Padre?

¿El ser o no todos hijos de un mismo Padre,  depende de la realidad pura de la Verdad o de la creencia o no del hombre?

 

Aceptado que en nuestra creencia propia de fe somos hijos de Dios, parte del Cuerpo Místico,  arrancar, cortar un miembro u otra parte del cuerpo, es mutilar, lisiar un todo. Esto puede hacernos comprender en este tiempo, que se puede perturbar la relación del hombre con Dios si  se amputa del Tronco, aquellas ramas que son por sus extensiones en la vida, - que guste o no,  es mundana, corporal y mortal -,  las que no nos trajeron flores, las pobres, las quizás un poco secas,  que pueden o no dar fruto, pero que un Dios Rico en Misericordia siempre esta  dispuesto a recibirlas en cualquier punto de la eternidad.

 

Es fundamental en lo cristiano mirar con más atención, procurando así arrimarnos al modo de cómo mira Dios. De este modo valoramos al hombre por su imagen de Dios  y no por sus desemejanzas.

 

Los temas que parecen interesar en lo cristiano pueden estar en otros enfoques, por ejemplo, presentando a reflexión y acción lo referente al poder, la organización social, el sistema económico, el sexo, en la actualidad, la corrupción,  todos temas que mantienen  una vigencia, que suele ser la que motiva y por sobre todo de lo que se habla, inquieta y se intenta solucionar desde nuestras comunidades cristianas.

Parece ser, que lo del hombre integral,  no trae suficiente inquietud como  para favorecer una buena relación de fe en sí mismo, aunque las intenciones todas tengan el enfoque de ayudarlo en un sentido completo.   Y pensamos ésto,  por cuanto  no parece ser lo esencial,  aunque todos hemos de coincidir,  que cuando  hacemos  referencia a  la  evangelización de los ambientes, damos por entendido que lo que queremos decir, lo que queremos hacer,  es  llevar el mensaje evangélico al hombre.   Lo llamativo es,  que no lo decimos, quizás porque se da por descontado, pero puede ser que no lo propongamos así, porque ambiente indica algo masivo,  amplio, que incluye el trato personal con el individuo por lo que es fundamental tenerlo presente, pero la intención es más profunda, lo que conceptualmente creemos que amplía la mira, sin embargo, nosotros concluimos en que,  vamos al hombre concreto,  no a la estructura, es primero un trato personal y de persona a persona, sin ser excluyente de la posibilidad comunitaria.

 

Considerado desde lo ambiental, lo que le pasa a la mayoría de los seres humanos con relación a la fe, los encuentra ignorando el sentido de la ley o desconociendo el valor auténtico de la doctrina cristiana.

Los prácticos se amparan en la doctrina para darle un sentido a la ley que sirve para  que con su peso, se exija una incorporación al Camino, a la Verdad y a la Vida, de acuerdo, claro está, con las exigencias que aducen provienen de la doctrina,  sin notar que ello se torna casi imposible,  para la mayoría de los que desconocen la Verdad.

 

Lo profundo de la cuestión, es que la doctrina cristiana, como sabemos,  no tiene exigencias que superaran  nuestras fuerzas, sin embrago el desvío doctrinario, se debe a una manera de interpretar y transmitir, que inducen o requieren del cristiano ciertas obligaciones. Si bien es así, en parte esta forma de recibir y extender el Evangelio,  suele no omitir o negar la expresión, la referencia al amor,  pero en su actitud  “religiosa”, - repetimos de alguna manera lo que anteriormente describimos -, termina sacándolo al menos del contexto en su dimensión auténtica.

Cuando la misma razón de nuestra fe,  da razón de nuestra esperanza y lo que engloba toda nuestra creencia es la Caridad,  logramos sea descubierta la Verdad,  porque nos presentamos como somos, sin pretender “algo especial” de los demás,  no apoyándonos tanto en lo que sabemos sino en un paso de  santidad por el que hemos  orientado nuestras acciones.

 

Sabemos que el Amor nunca pasará, es eterno y va por sobre todas las cosas; sobre las otras virtudes teologales como la esperanza e incluso la propia fe.

 

En este mundo tenemos que conectarnos entre y con todos, desde las propiedades de las tres virtudes,  teniendo presente  todas y fundamentalmente la que nunca pasará.

 

Ahora bien, necesitamos abordar los detalles del amor con coherencia, especialmente con todo lo que nos relaciona en la vida en este mundo y darle a la Fe y a la Esperanza un valor  acorde con su significado, expresando clemencia, efecto de nuestra generosidad,  haciendo presente en nuestra vida lo más significativo, la aceptación del Amor gratuito que nos ofrece Cristo.

 

Si el hombre muere,  todo deja de serle importante y su alternativa se esfumó.

Es en nuestra existencia terrenal,  en la que tenemos plena seguridad de que si morimos y nuestra bondad no fue suficientemente generosa,  se nos hizo humo la posibilidad de practicarla,  al menos en la medida pretendida. 

Lo que más le interesa al hombre en esta vida es su propia vida.

Si se le quedó específicamente renunciada en su fe, la capacidad de amar que creía posible de acuerdo a sus anhelos, se fue con ello, la posibilidad existencial de trascendencia, del sentido que encontró en esta vida.

Por eso, estando aquí y ahora, no podemos menos que procurar ser mejores,  ejerciendo los dones caritativos que tenemos.

 

Partiendo de mí mismo, de mi vida, de mi existencia, de las condiciones reales con las que me alimento y del sentido verdadero de mi trascendencia, contemplo por ejemplo, como pueden ser mis actos, la transparencia de los  mismos.

La credibilidad y la confianza alcanzan un punto más abierto, más amplio, más generoso, más incluyente, en la Comunión de los Santos.

¿Puede hablarse así?  ¿Pasa a ser verdaderamente fundamentada, la fe vivida en comunidad,  trayendo una presencia de personas a través de una fe vivida y también  viva hoy y no una doctrina más?

 

Dios interesa por Sí mismo. Por el hombre se interesa Dios, la Iglesia Católica y todo aquel que tiene ese mismo sentido universal de trascendencia.

Para cualquiera de nosotros,   – seguramente estaremos de acuerdo- es esencial haber hecho todo lo suficiente.  Lo más deseado,  lo podríamos sintetizar,  en que en nuestra realidad,  pretendemos ser testimonio de Cristo. Lo peor que nos puede ocurrir, es que cometamos la injusticia de no llevar esperanza, tanto sea por medio del gesto, la palabra, o la inacción. Tenemos seguridad de no caer en ésto, cuando ampliamos la posibilidad de objetivos del hombre, intervención primordial y generosa de nuestra parte, para que se vea   favorecido y reconocido por el llamado.

 

En realidad, el hombre tiene un sentido de esperanza y ésto, como el deseo de ser feliz, es común al género humano.  Tenemos la  necesaria contracción a modificar lo que sucede,  de manera,  que sea acorde a lo que ofrecemos.  Lo que pasa,  es que el sistema imperante cuenta en muchas oportunidades con nuestros silencios o nuestra vista puesta en otras cosas que no proveen orientación para que el hombre resuelva por sí mismo.

 

En una palabra,  lo que ofrecemos,  son no pocas veces nuestras soluciones y no las que debe aportar el otro con su  resolución.

 

Lo permanente y lo histórico merece toda nuestra atención

 

La vida que nos es dada a cada uno,  nos permite elegir entre diversas posibilidades y quehacer.

Mientras que escuchamos a Dios, nos estamos preparando  para alejarnos de lo que nos despoja o no nos ofrece salidas.

 

Todo sometimiento en cualquier lugar que ocurra es un modo de manipuleo que requiere la constante necesidad de aprender a pensar.

Esta capacidad disminuida en la mentalidad humana, es una necesidad de misión cristiana, en la que es necesaria una comunión de fe vivida en medio de la gente en el mundo.

Desde la confianza y seguridad de creer en ellos y que ellos mismos también tengan ese sentimiento y  necesidad de pensar,  esos gestos en sus corazones y mentes van cambiando todo el sistema imperante.

Para ello,  siempre es necesario confiar en Dios y en el hombre. Lo permanente y lo histórico merece toda nuestra atención. 

No se puede pedir a quienes no tienen nuestra dimensión de fe,  lo que independientemente a ella no es lógico pretender.

Procurando que las estructuras  fueran cristianas,  en el intento  descuidamos lo principal,  las personas,  que la persona sea cristiana.

 

La Iglesia Católica es la Iglesia de Cristo y es constituida por hombres y mujeres heterogéneos, con sus “carismas”. En el tiempo se fue caracterizando por la aparición de congregaciones, movimientos, asociaciones, comunidades diversas que  con sus respectivos carismas y dones la enriquecen. Los hombres y mujeres que la componen,  de acuerdo a como cada uno vive la fe, dinamiza más o menos ese cristianismo.

En la actualidad aparece un sentido de comunión que desde una solidaridad explicita, procura el bien común desde la solución que supone suplir todo otro fundamento al de la fe vivida en comunión entre los sacerdotes y el laicado.

 

Se va uniendo lo social y lo cristiano y viceversa,  en la medida que los laicos vamos conviviendo nuestra fe con aquellos lejanos,  de los que podemos aprender e incluso entender de mejor manera nuestra fe,  hasta descubrir su intensidad amorosa en mucha más gente.  El modo de vivirla abre o no puertas y  ésto canaliza o no, orientación a los demás.

 

Los vasos comunicantes          

 

Un pensamiento, una idea individual,  siempre tarda más en su puesta en práctica en lo social que en una persona.     

Lo individual, lo personal siempre es rápido. Una persona puede modificar instantáneamente toda una manera de actuar, la sociedad no. Esto se  debe al modo de transmisión y a la forma de percepción, donde los cambios y/o modificaciones, requieren de un proceso, ya que nadie se anima a ser diferente o a tomar decisión particular, personal, cuando la mayoría se encuentra en la variante de los que deciden.

Lo institucional comunitario,  cuando intuye algún movimiento personal, procura aislar la comunicación.  

En estos tiempos, estos medios que al mismo tiempo ponen en o fuera de comunicación a muchas personas, tienen mayor posibilidad de avanzar en toda sociedad con las consecuencias lógicas de su accionar. De manera tal,  llegan a muchos simultáneamente  expresiones comunitarias, que son las que en definitiva dan firmeza para que se pongan en practica determinadas ideas, supuestas, provienen de ese contexto, que en lo específico se lo propone oficial y se lo recibe en igual sentido.

 

Como por medio de la comunicación se puede colocar a muchos bajo el influjo de unos pocos,  o bajo el manipuleo de otros, también puede ser posible afirmar la vida y brindar una orientación que prevea no caer bajo ciertos dominios.

Se trata de una comunicación que ayude a la persona, orientándola para salir de todo un sistema impersonal que procura mantenerla fuera de todo discernimiento o al menos,  reducírselo a la mínima expresión.

No se trata de que la persona se transforme en un imposible, en un super hombre, el tema pasa,  por no quedar reducido a un sub hombre, ser ni más ni menos que un hombre, con ciertas deficiencias pero también con ciertas capacidades y algunas latentes, que esperan ser consideradas.

El tema pasa por ir entendiendo lo que me sucede y en ello,  tengo que ir aceptando mis límites y afinar la mira, por consiguiente la puntería hacia mis mejores objetivos, que son mis mejores  propósitos.

La aventura decisiva de no hablar del hombre de manera que siempre sea un ejemplo abstracto, y pasar hacerlo desde la perspectiva de mirarme y conocerme en lo posible, me requiere  ejercer una auténtica transformación. Por lo que la propuesta que me hago es,  no de lo que le pasa al otro, sino de replantearme lo que acontece en mí, y hacerlo, desde la perspectiva de la seguridad de que es posible florecer o seguir floreciendo.

 

Por mucho tiempo los cristianos nos hemos negado a contemplar sin repulsión muchos problemas de la gente en el mundo y es necesario mi depuración de lo de siempre, para que lo que puede ser una acomodación a lo “bueno”,  pase a ser una trinchera renovadora que  de lugar a mirar  con real y efectiva comprensión,  lo que sucede, lo que me pasa y luchar por toda transformación insistiendo primero por la propia.

El cristianismo al no negarse a entender el mundo de los hombres en nombre de su fe, acierta en la apreciación, se sostiene el hombre en su integridad y se lo contempla en su semejanza de Dios.

Toda relación con la “condición humana histórica”, que manifiesta sus fragilidades, sus condicionamientos, sus debilidades, siempre necesita incluir misericordia que facilite renovada y extensivamente, el consuelo de saber que somos hijos, que soy hijo de un Padre que me quiere y que poseo un sin numero de posibilidades no manifiestas hasta ahora y que dependen de mi apertura de corazón para expresarlas.

 

Jesús con su vida dio ejemplo de cómo en el mundo se hace presente el amor.

Se trata de un estilo de vida en el que se hace verdad la misericordia.

La realidad de Dios consiste en que es Amor Eterno en la vida de los hombres. Es Amar sin pedir nada a cambio.

El hacer realidad que lo latente se patentice, se haga hecho, depende de la acción del hombre para  descubrir lo encubierto.

 

El cristiano al poner sus aptitudes y actitudes dentro de ese camino, constata la diferencia de lo que es aparente y de lo que es auténtico en su fe.

Si busco en mi interioridad, donde habita la verdad, donde encuentro la realidad, estoy en el sitio primero en el que puedo encontrar a Dios.

Producido el encuentro,  se hace necesaria la sensatez de la sabiduría para saber ir conociendo, ya que sabiendo quién soy me puedo presentar a Él con mayor autenticidad.

Esta es otra alternativa de lo perenne, de las verdades que son eternas.

Conociéndome y profundizando en mí mismo y de alguna manera en Él y su existencia (está con nosotros hasta el final de los tiempos) sostiene ello mismo toda realidad creada y en ella, en mí  mismo,   Su imagen y Semejanza.

Una realidad de tamaña magnitud no puede excluir a ningún ser humano,  sino que por contrario,  el sentido de imagen y semejanza de Dios incluye a la humanidad entera. Y el hecho de ser imagen y semejanza, señala creer en un cierto grado de  Divinidad en el hombre.

 

Lo cristiano,  tendría que plantearse desde el yo.

La perduración, la pervivencia del alma, es aceptada en lo cristiano, pero la realidad de la presencia en Dios, la participación real en la vida divina aquí y ahora, es una verdad que tiene que ser renovada.

La continuidad con que se proponga esta verdad, es lo que puede hacer entender una realidad integrada por sí misma, como la misma historia, como la vida misma de cualquier persona, porque mi vida personal tiene instintos que por supuesto no son tan valiosos como para que le basten.

Es la manera de vivir con cierto reconocimiento del valor de las cosas, como el pensar, el razonar, lo que equivale a “razón u orientación vital”,  lo que da razón a lo que vivo, da razón de mi fe.

No podemos de ninguna manera, renunciar a las “cuestiones”  radicales.  Es necesario plantearlas, exponerlas al discernimiento aunque no encontremos, aunque no tuvieran solución.

Quizás nunca podamos descifrar lo que es la “otra vida” la celestial después de esta terrenal, pero tenemos la certeza de que esto se puede considerar, dilucidar y aceptar, con conclusiones o no,  desde la fe y desde la razón. Racionalmente,  la supervivencia después de la muerte puede considerarse desde la fe.  Y si desde la fe puede aceptarse la continuidad de la vida después de esta vida,  desde la razón ello es una aceptación según la fe.

Es aquí, como en otras oportunidades, recurrir a la razón, es útil para dar razones de nuestra fe.

La razón no excluye a la fe y esta no limita la razón, sino que la da por descontada, necesaria incluso para explicarla.

 

Una certeza racional es la que nos muestra que el bien y el mal andan siempre juntos, y todo ello tiene carácter histórico que no podrá ser eliminado. El cuerpo mortal del hombre puede quedar en el tiempo reducido a la nada, pero es verdad de fe que existió por obra y gracia de Dios y que tanto él como el universo entero están destinados a participar de la misma historia de Dios en la que nada se pierde sino que todo será transformado y transfigurado.  

 

Uno de los temas más intensos y vivaces como el de la ilusión, podemos tratarlo desde lo que tiene que ver con la presencia y la ausencia.

Toda presencia que en su contexto pide y promete continuidad futura,  camino hacia lo mismo – o hacia uno mismo – es propiciadora en sí misma de una presencia más plena de Dios.

Si de alguna manera Dios se encuentra presente en esta vida, en la vida de los hombres,  la ausencia de una persona aquí, entre nosotros, puede llevar su presencia de Dios, su Huella en el hombre, a la “otra vida”, o lo que sería una presencia diferente,  un encuentro de su semejanza en Dios mismo.

 

El futuro es el Reino de Dios y no del hombre.  Por más que prepare con ayuda de la técnica y de los adelantos de la ciencia el futuro del mundo, por más que se haga más fraterno  y con mejor sintonía de imagen y semejanza a su estado definitivo, el hombre y la mujer sólo podrán llegar a su perfección en el  punto exacto del encuentro definitivo con Dios.

 

¿Sería innovador hablar que en el final de los tiempos  Dios será Todo en todos?

Hablando desde nuestra fe, la meta final de la humanidad, Dios, es obra de la gratuidad del mismo Dios. Y esto es así,  a pesar de las profundas ambigüedades en que esta enredada la libertad de los hombres. Es certeza de fe acerca del final bueno prometido por Dios.

 

La esperanza se funda entre lo que ya es y lo que todavía no es, pero es posible.

En este sentido, la ausencia de una fe optimista es lo que importa en nuestra espera.

La esperanza en la resurrección es lo que nos da ímpetu para confirmarnos en la felicidad siempre latente, cercana, que brota alegremente, respondiendo en forma cabalmente cristiana a los hombres.

La esperanza del cristiano cree que nada falta en el mundo, porque cree que nada escapa a los designios de Dios. 

La verdad no reside únicamente en lo que es, sino principalmente en lo que todavía no es pero será. La verdad está auspiciada por la esperanza.

La esperanza tiene futuro en el presente desde el pasado: Cristo.

 

La anticipación es ya ilusión e incluye un elemento de privación, de algún modo, una queja sobre lo que no puede ser realización, no cumplimiento desde la perspectiva de la razón.

Es necesario restablecer que significa término o conclusión para el caso de lo que tratamos. Sustituir la ilusión por otra cosa bien distinta como la  “satisfacción”, nos colocaría en la situación en donde la ilusión no quedaría con un sentido ilusorio, sino en uno más significativo, que pide  requiere, reclama, ir más allá de la expectativa y llegar a la Presencia, Comienzo y Fin, es decir al Todo.  

La presencia, el estar “cara a cara” no es el final del recorrido, sino encuentro de Plenitud.

Partiendo de la Presencia, en la condición humana, desde la persona de uno mismo,  es  como la ilusión, el sueño en una Figura, en un Rostro, que nos ayuda, nos orienta por la fe, -racionalmente hablando- a ir más allá de lo posible. Esta manera de  explicar, tiene sentido racional y de fe,  ya que es algo así como decir,  “hasta la luna no paramos”, idea que da a entender lo lejos que pretendíamos ir con los Cursillos, pero que hoy ya no parecería tan lejana, es mucho más posible y cercana.

 

Habiendo entrado en la línea de la imaginación, supongamos encontrarnos viajando a la luna y ya teniendo a nuestra vista la otra cara de la misma. Miramos el cielo y vemos al planeta tierra. Esto es una realidad comprobada ahora,  que solo podía ser imaginada en otro tiempo pasado.

 

La razón, los pensamientos, las ideas, la imaginación, potencia la realidad que se genera o transforma por fe y todo se energiza. 

 

Manolo Bernal, Juan Carlos Carvajal, Yolando Gori, Alberto Monteagudo, Juan Carlos Pérez y Darío Tarkowski.

Argentina

 

 

 

 

1er. Parte:Algunos pensamientos sobre los Carismas en la Iglesia

2da.Parte: Retos y futuro del MCC

 

 


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